Marcel Kemadjou.
(Camerún). Nació en Douala en 1970, ciudad en la
que vive y trabaja. Es mercero de profesión, tiene su local en el mercado
popular de Mboppi en Douala; Coordinador de la asociación Libro Abierto y del
Festival Internacional de Poesía 3V.
Desde el 2007 reúne anualmente a poetas, artistas visuales y músicos sobre un
mismo escenario de encuentros e intercambios. Habla y escribe el Medumba, el
francés, el inglés y el español. Igualmente ejerce como traductor literario. Ha
publicado varios libros de poesía, tanto individualmente como en antologías.
También es cronista y ha participado en festivales en África y América Latina.
Vine
a la tierra
para
aprontar el regreso del pasado.
¡¿Qué!?
El
amor, hoy
es
no más que un vacío pronto
llenado
de fango y de desastre
¡Blasfemo!
Vine
con el pasado, su llama
arde
en mi mano y ando
sobre
las cenizas de sus dolores
¡¿Qué!?
El
futuro es mi espalda y lo
verán
sólo al momento escogido
por
el pasado que traigo
¡Loco!
Takunga
solía hacer los mismos milagros
y
como el forastero es Dios,
han quemado la casa de Takunga.
¡Idólatra!
Cada
día otorgan a César
lo
que es de Dios y a Dios lo que pertenece a César.
Takunga,
él, se sacrificaba por todos
¡Pagano!
Metí
mi mano en la noche
y
aquí está la calavera de Takunga
tiene
el color del día
¡¡¡Africano
!!!
Ya
no se lo llama Takunga
se
lo llama Antepasado y el forastero sin dios
dice
que se llama calavera y blasfemo
¡Verdad!
Vengo
con el pasado. Comen sus cenizas y
se
sientan sobre su fuego. ¿Por qué lloran
entonces
cuando sus nalgas se queman?
¡Muera!
Tengo
la edad del pasado o eres tú
quien
me empuja hacia el polvo
y
quiebra mi bastón …
¡Silencio!
Mi
bastón que quebraste eres tu mismo
porvenir
y es esta calavera que se revolcó en el
polvo
la que te habla hoy.
Risa…
Tú,
vecina con corazón de oro ¡cuídate!No confundas el fruto con el árbol.
El
fruto es el sacrificio que hace el árbol para decir su agradecimiento a lo
eterno:
la
palabra del anecdotista es fruto
pero
el anecdotista es el árbol.
Vecina
con corazón de oro, confórmate con los
frutos que recoges en el jardín;
¡deja
el árbol donde está!
No
pienses que escogerlo
convertirá
tu sonrisa tan sencilla en risa.
Mira,
el árbol tiene raíces, la corteza del tronco y hojas antes del fruto carnoso.
La
raíz tiene un gusto a basura;
¿podrías
tú beber su brebaje sin vomitar?
Cuando
vayas a abrazar el árbol, la savia de su tronco manchará tu precioso kaba.
Cuídate
también de las feroces hormigas shud que vigila el árbol.
Y
sus hojas sin gusto arraigado;
¿podrías
tú masticarlos sin que te alejan de las delicias de los frutos?
Linda
vecina con maneras nobles,
da
la espalda al anecdotista ¡vete!
Pero
cada vez que llegues al vecindario de su jardín abundante,
entra
y recoge todos los frutos
que
hablan a tu corazón de oro.
Estos
huesos, que permiten
a
mis músculos no
actuar
como un chicle
ya
masticado
es
a la luna que los he pedido
este
djèmè mío, que brota de mis huesos y sube para esperar
la
apertura de las puertas del
placer
y del porvenir
¿no
lo he pedido yo a la espuma de la luna?
¡ ¿
mi
cerebro, oh, mi cerebro
con
sus surcos rebeldes y sus
túneles
silenciosos que recorren
el
viento y sus duplicaciones generalizadas
¿No
vienes tú del metal de la luna?
la
bendita está sentada
y
camina en sus sueños
mientras
el niño chupa esa leche
que
se agota y se recompone
porque
viene de las erupciones de la luna
y
tú, esa sangre que transporta la luz
en
todo este cuerpo ¿crees tú que
vienes
de otra parte, que no perteneces
a
la gran familia de la noche?
Nací
de la luna ; y la herrumbre del tiempo te ha fecundado.
Traducción
del autor. Revisión al castellano por Gladys Mendía.
©
Kemadjou Njanke Marcel, Los jardines del instante, inédito.